Es el poema de la revuelta, del lirismo extremo, de la liberación y de la libertad absoluta. Avanza en un movimiento rotatorio semejante al movimiento de las alas de una libélula, sobrevolándolo todo, liberándolo todo: la gramática, la tradición literaria, las imágenes, los pronombres, el ritmo, pero también el alma y el cuerpo de los lectores, en una espiral delirante de belleza, en una ebriedad mística, como el encuentro cara a cara con un dios en un tiempo de nihilismo.