Carlos Bernatek construye en "Jardín primitivo" un mundo hiperbólico en su degradación y su deterioro, una picaresca amarga en la que apenas asoma, hacia el final, el rastro ético de ciertas lealtades, códigos de la clandestinidad que se respetan, gestos recíprocos entre hombres; quienes llevan apodos elocuentes en su pelaje: el Carne Boba, Cachete, Roli y el narrador, Ovidio Balán, ?Ovi?, natural de Serodino, de familia turca para más señas, antítesis irónica del Juan José Saer (autor de El limonero real). La nota de suspenso la aporta la entrada de un quinto personaje: el Quía, ex cajero y legendario autor de un robo muy mentado, el del banco de Santa Fe, quien, a pesar de su condena, nunca entrega el botín. Timador de alto vuelo, el Quía es respetado por todos.