La literatura, oral y escrita, y también el arte, sirven para interponer entre lo real y cada uno de nosotros un tejido de palabras, de conocimientos, de historias y de fantasías, sin el cual el mundo sería inhabitable. Leer el mundo es un alegato para que tengan un lugar en la vida cotidiana, particularmente en la de los niños y adolescentes. Este libro surgió como un acto de rebeldía ante la necesidad cada vez más acuciante, si se defienden las artes y las letras, de exhibir pruebas de su rentabilidad inmediata, como si esa fuera su única razón de ser.