Newton inauguró una visión tranquilizadora del cosmos con su teoría matemática general del movimiento, ya que permitió reducir a reglas simples el funcionamiento del universo. Uno de los aspectos más relevantes de este hecho ha sido poder reducir las reglas de la naturaleza a ciclos que se repiten y que pueden ser pronosticados con antelación.
Este libro habla del ocaso de esa ilusión. Cuanto más acercamos la lente a estas leyes y avanzamos en su comprensión, más claramente vemos que no todo es tan sencillo, y que el caos es una variable innegable que se manifiesta en los fenómenos de la naturaleza. El caos en el sentido físico y matemático (el caos determinista) no es un desorden total ni se debe a la ausencia de reglas. Más bien al contrario, lo interesante del caos determinista es que puede apreciarse en los caprichos de la meteorología, las sorpresas de la economía mundial y las variaciones de los ritmos del organismo. Se trata de un desorden ordenado, un determinismo disfrazado de azar que ha dado pie al surgimiento de la ciencia de la complejidad.