La culpa no es de los años, que no son tantos. Serán los desengaños. El caso es que a Poe el tiempo ha empezado a pesarle demasiado. Por eso se quitará la vida. El 6 de enero. Ni antes ni después. Pero es difícil sobrevivir en Madrid en Navidad cuando te has quedado sin dinero ni ganas de vivir.
Un empleo eventual como rey mago en unos grandes almacenes permitirá a Poe entrar en contacto con unos compañeros con los que emprende un viaje delirante por una España que intenta curarse las frustraciones a golpe de marisco y cava (o champán, según el caso):
Talego, un viejo atracador de bancos que en sus buenos tiempos fue el enemigo público número 3;
Mustafá, un inmigrante que hace décadas alcanzó Europa cargado de sueños y que quiere volver con sus pesadillas a Marruecos en patera;
Superboy Guzmán, un maravilloso músico (solo él lo cree) que ha llegado por sorpresa desde Ecuador para visitar a su hija;
Piotr, un joven gigante polaco que anda tras la huella de su heroico bisabuelo que murió en el maquis.
Cada uno tiene una tiene una meta, una ballena que perseguir. Pero ya se sabe que, visto muy de cerca, chanquete parece una ballena. Como fondo, un país en estado de exaltación festiva, un viejo compinche traidor, un pequeño y mefistofélico editor, un proxeneta enamorado, un desfile de mujeres peligrosas y memorables, y un minúsculo valle de Murcia en el que el tiempo es otra cosa.
Salem recupera en esta road movie a Poe (ese alter ego que tanto niega), el protagonista de En el cielo no hay cerveza, Que decidan las cerillas y buena parte de los Relatos negros, cerveza rubia.