En Confesión de un asesino se nos narra a lo largo de una noche la historia de Golubtschik, hijo ilegítimo de un príncipe ruso y ex-agente de la Ojrana, la temible policía secreta de los zares. El auditorio, compuesto por los parroquianos del restaurante ruso Tari-Bari de París, escuchan atónitos frente a unas copas de licor, una confesión que es también una fábula sobre el Mal y su poder hipnótico de atrapar a sus víctimas en historias circulares y obsesivas que se estrechan inexorablemente como nudos corredizo.