Cuando el padre de Echo desaparece arrastrado por la corriente en la costa de Los Ángeles, la protagonista de esta novela se queda sola y perdida: no tiene amigos ni familia a la que acudir —la relación con su madre es problemática—, y su carrera como actriz no termina de despegar. Sumida en un estado de parálisis y desesperación, Echo conoce por casualidad a una dominatriz llamada Orly, con la que establecerá una peligrosa relación de dependencia y que le introducirá en un mundo nuevo de erotismo y sexo casual. Echo se abandona entonces al riesgo, con la esperanza de que el miedo, la desconfianza y la incertidumbre reactiven su excitación y sus ganas de vivir.
Soy una pornógrafa —primera incursión de Saskia Vogel en la novela— es una Venus de las pieles para el siglo XXI: una historia de amor, el relato de una serie de personas que anhelan una vida diferente, que atesoran sueños y expectativas, y que recurren al sexo para sanar sus heridas. Mientras avanzan a trompicones por el reino del deseo, su búsqueda desesperada intenta dar respuesta a una pregunta sagrada: ¿de qué manera quiero que me quieran?