Una novela de gangsters ambientada en el Madrid de los años 40.
Acababa de cumplir los diecisiete años cuando maté a un hombre.
Ahora, tras tanta vida transcurrida, con los recuerdos de aquel tiempo difuminados en una confusa mezcla de sentimientos contradictorios que han ido sustituyendo a las imágenes concretas, soy aún capaz de recordar aquel momento: el seco estampido del disparo, aquella mirada en la que en un solo y último instante se mezclaron la sorpresa, el pánico y la resignación ante lo inevitable, la mancha oscura que apareció al momento en la pechera de la camisa y mi mano sujetando el arma con la misma fuerza como si creyera que podría aplastarla hasta hacerla desaparecer.
Aquel disparo, de alguna forma, también me mató a mí. O, al menos, mató a la persona en la que me estaba convirtiendo. Aquella noche alguien murió para que yo renaciese.
Otra vida fue interrumpida. La vida de alguien que era yo y que ya no fui nunca más.
En las calles de la capital se está librando una nueva guerra, muy diferente a la que acaba de concluir. Tras una falsa apariencia de calma, en una ciudad en la que el hambre y la pobreza marcan la vida diaria, las bandas de estraperlistas luchan por el control del mercado negro bajo la mirada cómplice de policías y políticos.
Los hombres que dirigen las redes de negocios ilegales se reúnen cada noche en el Dixie, un discreto club de jazz donde cierran los tratos y planean sus crímenes entre cócteles, música y hermosas mujeres. Allí trabaja como camarero Emilio, un adolescente ansioso por vivir aventuras, que entrará por casualidad en este mundo clandestino al entablar amistad con Nico, un joven y ambicioso contrabandista. Juntos disfrutarán de una vida que les permitirá superar la penuria que les rodea hasta que se ven obligados a enfrentarse a dramáticas decisiones que cambiarán su destino para siempre.