Una parte importante de España salió de este país en las maletas y petates de tantas personas que tuvieron que partir al exilio. Con ellas, en sus formas de ser y pensar, en su manera de vivir y entender el mundo, se iba también parte de la esencia de esta tierra. Entre aquellos transterrados se encontraba Luis Rius Zunón, un hombre consciente del valor de las tradiciones de su pueblo, al que sus relevantes cargos políticos e institucionales no le alejaron de la voz de las gentes más humildes; un hombre al que el exilio no le borró la memoria de sus raíces ni de esa vida que atesoran las composiciones de la literatura popular. Padre del también poeta Luis Rius, uno de los principales representantes de la generación conocida como «los niños de la guerra», Rius Zunón escribió en México toda una serie de textos basados en la tradición oral castellana. Sones y letras que, tras un viaje de ida y vuelta de miles de kilómetros, siguen aún viviendo en estas tierras gracias en parte a su labor. Rius no volvería a España porque su vida se apagó unos meses antes que la del dictador que lo llevó al exilio. La publicación de su obra y, con ella, la reivindicación de su memoria es hoy una realidad.
Luis Rius Zunón nació en Tarancón (Cuenca) en 1901, en el seno de una respetada familia relacionada con la educación, la cultura y las leyes. Desde pequeño comenzó a desarrollar un especial interés por el folclore, del que se empapó en sus visitas frecuentes a uno de los barrios más populares y humildes de su pueblo, entonces importante cruce de caminos en el centro de la península. Allí comenzó a desarrollar una de sus principales facetas, la política. Posiblemente su carácter sociable y cercano, sus dotes intelectuales y humanistas, y su formación en Derecho fueron aspectos clave para una proyección que le llevó de participar en movimientos sociales y políticos locales –a finales de los años veinte– a ser alcalde, presidente provincial y representante del gobierno de la Segunda República en distintas provincias y empresas nacionales. Tras la Guerra Civil se exilió en México, donde ejerció la docencia y la administración, y desde donde escribió la mayor parte de su obra. Y allí, en la Ciudad de México, fallecía en 1974, dejando en su haber literario una vasta e interesante colección de poesía –en gran parte inédita– que hunde sus raíces en la lírica tradicional española.