Sadaijin, un alto cargo de la Corte Imperial, es padre de un hijo y una hija, ambos hermosos como joyas radiantes y tan parecidos como dos gotas de agua. Nacidos bajo los mejores auspicios, los pequeños tienen ante sí un futuro prometedor: él como cortesano y ella como concubina del emperador.
Mas los sueños Sadaijin se esfuman a medida que los niños crecen y muestran una inclinación natural a comportarse como el sexo opuesto: él es tímido y sensible, mientras que ella es decidida y audaz. Como sus esfuerzos para reconducir la situación resultan inútiles, Sadaijin decide criar a sus hijos según sus tendencias naturales y los presenta en sociedad con los géneros intercambiados. A partir de ese momento, y para su sorpresa, asiste complacido al meteórico éxito social de los dos hermanos.