Un cuerpo con cinco impactos de bala flota a la deriva en aguas territoriales cubanas un día de 1981. Pese a la severidad de las heridas, el hombre sobrevive y ante cualquier intento de las autoridades para obtener su colaboración y aclarar cómo llegó ahí y quién le infligió ese daño, se niega sistemáticamente por medio de la escritura de papeles ya que una de las balas le destrozó las cuerdas vocales dejándole mudo. Es condenado a prisión por su intento de huir de Cuba, y desde el primer día que ingresa al penal solo a un objetivo dedica sus esfuerzos: venganza. Debe esperar diez años para comenzar a formular su ansiada reparación y en la planificación de ella se nos revela una historia de sexo, intriga, violencia, traición y dinero que concluye con un Dies Irae, auténtico baño de sangre.