Dentro de estas páginas asistimos a una búsqueda sin descanso a lo largo de los años y las ciudades y los incendios y los trenes. Una búsqueda de esa persona única e irrepetible con la que se compartieron apenas unas horas y por la que se decidió alejarse de un micromundo y emprender un nuevo camino, a pesar de todo. De todo. En este viaje deconstruido temporalmente, a modo de mapa mental, «Él» tiene la decisión de atravesar su propia vida para encontrar sin descanso esa posible respuesta, mientras que «Alguien», a modo de guía multiforme o de ángel de la guarda con distintas apariencias, será, ante todo, sus respuestas y su espacio.
Un pulso con el tiempo sin soltar el propósito de reencontrarse con esos ojos que ya no pueden desconocerse, ya que la propia mirada, como diría Jacques Derrida, es lo único de nuestro cuerpo que no envejece.