"Filosofía y poesía", libro nacido en el exilio y del exilio, "en un otoño de increíble belleza", le permite a María Zambrano reflexionar sobre la clase de delirio que acompaña a toda palabra. El filósofo se empeña en poseerla. El poeta es su esclavo. Mientras la filosofía principia con una pregunta, la poesía se dirige, sin dar explicaciones, a una respuesta. Ambas aspiran a lo absoluto y se mueven hacia la revelación por vías no convergentes.
En el recorrido de estas artes de la esencialidad, María Zambrano relaciona poesía con pensamiento, ética, mística y metafísica. En cada uno de los campos acota coincidencias y diferencias. A partir de la condena platónica de la poesía, ésta queda relegada a la imposibilidad ética y afianza su ser en el reino de lo incomprobable y, sin embargo, necesario. Mística y poesía se perpetúan en una religión de amor y belleza que incluye "la forma piadosa del conocimiento". La metafísica, instaurada sobre la duda, vive en la angustia, frente a la poesía que se manifiesta en la melancolía y en la búsqueda de la inocencia perdida.
Finalmente María Zambrano se pregunta: "¿No será posible que algún día afortunado la poesía recoja todo lo que la filosofía sabe, todo lo que aprendió en su alejamiento y en su duda, para fijar lúcidamente y para todos su sueño?" Tal vez hemos llegado a ese momento y el sueño ha logrado su fusión.