Benavente abre una época en el teatro español, dando comienzo nuestro teatro contemporáneo y renovando la escena mediante una sencillez y naturalidad plenas de matices, que se manifiestan tanto en la acción como en el diálogo, con claro predominio de la palabra. (...)Posee una obra fecunda, y, también, diversa: de géneros, de temas, de ambientes, de personajes, de lenguaje... Y si toda la creación dramática del escritor revela la naturaleza consustancial al autor de teatro, rasgo específico suyo es la perfección del diálogo. En éste se apoya y vive fundamentalmente la producción benaventiana.(De la Introducción de José Montero Padilla)