La abstracción sacudió los cimientos del arte occidental. A principios del siglo XX, puso en jaque el dominio de las formas claras e indiscutibles y enfrentó al público con poemas visuales vívidos despojados de imágenes representativas convencionales y caracterizados por alegorías de emociones y sensaciones.
Esta aventura artística radical sentó las bases de un nuevo medio artístico, así como de narrativas novedosas. La expresión se caracterizó por las yuxtaposiciones sorprendentes de color, luz y línea. Los artistas dejaron atrás las convenciones del pincel y el caballete, y jugaron con nuevos materiales y métodos de cuño artístico: pinturas comerciales y pinceles de brocha gorda, lienzos sin estirar ni imprimar trasladados al suelo y aplicación de la pintura con las manos.
Esta monografía recorre el calado internacional, la profundidad conceptual y el impacto sísmico del arte abstracto con un estudio pormenorizado no sólo de artistas de fama mundial como Picasso, Klee, Kline, Rothko, y Pollock, sino también de figuras quizá menos conocidas pero igualmente relevantes, como Antoni Tàpies, K. O. Götz, Ad Reinhardt y Sophie Taeuber-Arp.