En el prólogo de este libro, el Che ya expresaba la necesidad de escribir la historia, "porque iban pasando los años y el recuerdo de la lucha insurreccional se va disolviendo en el pasado sin que se fijen claramente los hechos que ya pertenecen, incluso, a la historia de América". La humildad del Che le hizo quedarse corto en su estimación. Esta obra, lo mismo que su propia figura, transcendió los límites americanos y se convirtió en referencia obligada para todos los movimientos emancipadores del planeta. Hoy día, hay tanto publicado sobre el Che que corre el riesgo de ser sepultado por su propia caricatura. Su propia relevancia pública desdibuja el mensaje íntimo. Hay que leer al Che directamente, de su puño y letra, para que nos llegue limpio, joven y eterno.