La Real Academia Española propone cinco de? niciones para la palabra «huésped». La primera y la última, respectivamente, son: «Persona alojada en casa ajena» y «Vegetal o animal en cuyo cuerpo se aloja un parásito». Entre estos dos extremos se mueve esta novela: entre ser alojada y alojar; entre ser persona o animal. La narradora nos cuenta su traslado a Francia, a casa de su suegra, junto a su marido. Allí se instalan en lo que fue la habitación de él durante la adolescencia: un cuarto bajo tierra, que ella no tarda en bautizar como «el búnker». En ese ambiente, en la región nevada de Picardie, sin luz, con frío y sin dominio de la lengua, ella se propone buscar los modos para una convivencia. La huésped es una mujer en casa ajena que no comprende ni una palabra de cuantas pronuncia su suegra y que empieza a no poder reconocer a su marido. Pero también es huésped el propio cuerpo de esta mujer, donde se alojan los síntomas, a modo de parásitos. De esta doble condición, que habita con el ser-familia y noser-madre, nace sobre todo una pregunta elemental: ¿dónde cabe la mujer?