En 1588 zarpó de Lisboa la más grande flota que vieran los siglos, la Felicísima Armada. Su misión: invadir Inglaterra. Exceso de confianza, un mal planteamiento táctico y dificultades en las comunicaciones con las tropas en tierra firme motivaron la terrible derrota de Gravelines y el fin de cualquier aspiración de victoria. Para los supervivientes, comenzó
la epopeya de regresar a España bordeando las islas Británicas. Azotados por violentos temporales, alrededor de veinticinco navíos naufragaron en la costa oeste de Irlanda. En una tierra dura y hostil, unos siete mil españoles perecieron
ahogados o ejecutados. Entre tanta barbarie y crudeza destacan las gestas de algunos valientes oficiales, como Alonso Martínez de Leyva, quien mantuvo a todos sus hombres con vida, o la del singularísimo capitán Francisco de Cuéllar, que se narra en este libro.