Nada resulta tan emblemático de la implacabilidad necrona como el Monolito. Igual que todos los constructos Necrones, está compuesto de metal viviente: una aleación compleja semiconsciente que ondula y flota para reparar los daños en un abrir y cerrar de ojos. Los rayos de energía son absorbidos y dispersados, mientras los misiles explota-tanques rebotan sobre la cubierta blindada del Monolito, causándole únicamente daños menores de fácil reparación. La verdad es que el único modo de detener el avance de un Monolito es disparándole por un período de tiempo continuo y de fuego concentrado. Sin embargo, pocos enemigos tienen la disciplina necesaria para tener precisión bajo fuego, sobre todo cuando el monolito concentra toda su potencia de fuego al contraatacar. Equipado con el látigo de partículas, el Monolito puede reducir los tanques a restos humeantes, y a la infantería, a vapor molecular. Los enemigos bastante afortunados para sobrevivir a este feroz ataque tendrán que someterse a los disparos de los cañones de flujo gauss, una defensa automatizada y preprogramada que predice en todo momento los movimientos de pánico del enemigo. Pero estas armas no pueden compararse a la puerta de la eternidad, el arma más temible del Monolito. Este campo de energía resplandeciente es un agujero de gusano, sometido y unido al propio núcleo del Monolito. Todos aquellos enemigos que se acerquen demasiado, pueden llegar a desaparecer para siempre.
Esta caja de plástico multicomponente contiene 60 componentes con los que montar un Monolito Necrón (entre los que se encuentran 30 componentes verdes translúcidos para los cañones de flujo gauss y el látigo de partículas). En la caja también se suministra una hoja de calcomanías de Necrones. La miniatura viene sin pintar y requiere montaje; aconsejamos el uso de Pegamento para plástico y Pinturas Citadel.