Maestro de lo sublime
El impresionista esencial
Junto con J.M.W. Turner, ningún artista se esforzó más que Claude Monet (1840-1926) en capturar en el lienzo la luz. De todos los impresionistas, fue el hombre del que Cézanne decía «solo un ojo, pero ¡Dios mío, qué ojo!», el hombre que se mantuvo completamente leal al principio de la fidelidad absoluta a la sensación visual, pintando directamente a partir del objeto.
Se podría decir que Monet reinventó las posibilidades del color y que, ya fuera por su temprano interés en los grabados japoneses, su período como recluta bajo la resplandeciente luz de Argelia o su relación personal con los pintores más importantes de fines del siglo XIX, lo que creó Monet durante su larga vida cambió para siempre el modo en que percibimos tanto el mundo como sus fenómenos asociados. El punto culminante de sus exploraciones fue la serie tardía de nenúfares pintada en su propio jardín de Giverny, la cual, en su giro hacia la ausencia casi total de forma, es realmente el origen del arte abstracto.
Esta biografía hace del todo justicia a este artista tan excepcional y profundamente influyente, y ofrece numerosas reproducciones y fotos de archivo junto con comentarios detallados y precisos.
Sobre el autor:
Daniel Wildenstein (1917-2001) fue historiador del arte y miembro de la Académie des Beaux-Arts de París. Desde 1939, fue director de las Galerías Wildenstein de Nueva York, Londres y Tokio y, más adelante, editor de varias publicaciones internacionales, como la revista Arts (1956-1962) y la Gazette des Beaux-Arts (a partir de 1963). Fue cofundador de la Fondation Wildenstein en 1970 (rebautizada en 1984 como Wildenstein Institute) y promovió numerosas exposiciones con repercusión a escala internacional. Daniel Wildenstein también dirigió la edición de catálogos razonados de varios artistas de los siglos XVIII, XIX y XX. Fue una autoridad mundial del Impresionismo y publicó catálogos de las obras completas de Gauguin, Manet y Monet