¿Debemos pensar que la especie humana está destinada a la extinción por falta de unos mecanismos innatos
que inhiban su propia capacidad de aniquilación, cada vez mayor, y por su tendencia a utilizarla, aun a sabiendas de
sus fatales consecuencias? ¿Este destino suicida es irremediable o todavía es posible rectificar y conjurarlo? ¿Es la
agresividad la causa principal de las guerras que han asolado al género humano desde los albores de la civilización? La
revisión de los sistemas educativos y la atención a dos sectores de la sociedad relegados históricamente, los jóvenes y
las mujeres, pueden contribuir a ganarle la partida a la irracionalidad y la barbarie.