Viernes, cinco en punto de la tarde. Quizás sea el mejor momento para pasar inadvertido en la ciudad,
porque a esa hora nadie se fija en nada más allá de la carretera que lleva a casa. El hombre del rifle está solo detrás
del volante. Lleva gafas de sol a pesar de los cristales oscuros del vehículo y del cielo nublado. Y también lleva
guantes, aunque hace tres meses que el invierno quedó atrás. Minutos más tarde el hombre empuña el rifle. Respira.
Dispara. Seis balas, cinco muertos. Y se siente tranquilo. El hombre del rifle se llama James Barr. En unas horas la
policía resuelve el caso. Un caso perfecto. Excepto por una cosa: el acusado afirma: «Tienen al hombre equivocado».
Poco después, lo único que dirá será: «Tráiganme a Jack Reacher». Jack Reacher, defensor solitario de lo justo, vive al
margen del sistema, sin teléfono, sin dirección fija, sin compromisos... ¿Qué podría asociar al policía ex militar con
el psicópata? ¿Por qué Barr quiere ver a Reacher? Hay buenas razones para pensar que es la última persona que Barr
quisiera ver, pero la llegada del investigador lo cambia todo... y el caso perfecto explota. Un asesino que
desaprovecha un disparo permite que Reacher apunte hacia la verdad.