Nadie nos conoce exactamente del mismo modo que los hombres y mujeres que se sientan a nuestro lado en las
reuniones de departamento y que llenan el frigorífico de la cocina con sus yogures etiquetados. Cada oficina es una
especie de familia, y la agencia publicitaria de Chicago que Joshua Ferris describe con brillantez en su primera novela
es una familia en sus aspectos más extraños. Los empleados de esta agencia de publicidad se enfrentan al empeoramiento
de la situación económica a la manera consagrada por la tradición: por medio del chismorreo, las aventuras
sentimentales clandestinas, bromas rebuscadas y unas pausas para tomar café cada vez más frecuentes. A medida que
despiden a un colega tras otro, los supervivientes analizan obsesivamente las decisiones de sus jefes, cuando no
compiten por los mejores muebles de oficina que dejan sus compañeros o tratan de encontrar sentido a la misteriosa
campaña publicitaria gratuita que es el único «trabajo» que les queda. Con una asombrosa habilidad para captar los
detalles y las emociones que componen nuestras vidas, Ferris ha escrito una novela divertidísima y conmovedora sobre
los extraños seres en que nos convertimos cuando cruzamos a diario las puertas de la oficina.