Dos años escasos después de la muerte de W. G. Sebald aparece un libro editado por Sven Meyer que recoge obras de su legado y recuerda de nuevo aquella voz inconfundible. El meollo del texto, «Pequeña excursión a Ajaccio», «Campo Santo», «Los Alpes en el mar» y «La cour de l’ancienne école», son cuatro fragmentos de la gran obra en prosa inacabada en la que Sebald había trabajado largo tiempo: una búsqueda de rastros en Córcega que se inicia en el cementerio de la ciudad. La segunda parte es una recopilación de ensayos sobre literatura, nunca publicados antes en forma de libro, que documentan las preferencias de Sebald, desde Kafka hasta Nabokov. Campo Santo resulta, pues, una emocionante despedida de uno de los grandes escritores de nuestro tiempo. «¿Aún existe la gran literatura? ¿Qué sería, a la vista de la decadencia imparable del espíritu literario y del domi-nio de la trivialidad, de la superficialidad y la crueldad desprovistas de sentido que se han convertido en el eje de la narrativa actual, una empresa literaria respetable? De las pocas respuestas posibles, una es la obra de W. G. Sebald» (Susan Sontag).