El libro de las preguntas es el libro de la memoria […]. De un idilio simple y trágico surge un canto de amor que es, a pesar de todo, canto de esperanza. Este canto ambiciona hacernos asistir al nacimiento de la palabra y, en dimensión más que real, a un ensanche del umbral del sufrimiento que ilustra una colectividad perseguida, cuyo lamento es retomado, era tras era, por sus mártires […]. Relatos, diálogos, reflexiones, plegarias se suceden y destacan, como crestas solitarias, en el horizonte; pero al grito se le asigna el grito. Es la hiedra y el signo […]. Allí donde la hierba aspira sólo a permanecer verde y el sílex a sentar testimonio de la separación del agua y de la arena, el vínculo se vuelve libro y el libro universo.» Edmond Jabès