Tras la muerte del bebé de una familia, los padres y los dos hermanos supervivientes –un niño y una niña– abandonan su casa en Mineola (Texas) y, con todas las pertenencias que pueden cargar, emprenden viaje en coche hacia la casa del abuelo, en Michigan. Entre sus magras posesiones, de las que tendrán que ir desprendiéndose para seguir adelante, se llevan, también, el cadáver embalsamado del bebé. Son las voces y las miradas de los dos pequeños –en su esfuerzo por dar sentido a la tragedia y a los sucesos que sobrevienen por el camino– las que narran cuanto acaece ante sus ojos: la muerte del hermano, el velatorio y el imborrable viaje a través de las carreteras secundarias de una América tan profunda que parece abisal.
Kimball ha escrito una novela estremecedora e implacable en su descripción de un mundo que parece irremisiblemente condenado a la desintegración.