En Lisboa, una periodista y escritora, Mariana, busca al gran bailarín inglés Efron Cage, que en los años setenta –en la cumbre de su gloria– decidió quedarse a vivir allí. Lo encuentra retirado del teatro y escondido de todos, pero sobre todo de sí mismo. Mariana reconstruirá la vida del gran artista, cuya génesis está inspirada por la lectura de los Diarios de Nijinski y de Nureyev, llevándonos por las calles y barrios de la ciudad de Pessoa y por los laberintos de su propia historia de amor con el bailarín. La danza, la memoria de la gloria, la dura realidad de los artistas, la decadencia y la locura son los elementos que convierten a esta novela en un espléndido espejo del abandono y soledad que puede llegar a sufrir quien dedica una vida entera al arte. Y nos habla del cuerpo, de su lenta pero irreversible disolución en fotografías color sepia que lo convierten en belleza estatuaria hasta alejarlo del cuerpo que ahora es. Última danza en Lisboa es una magnífica representación de la muerte del cisne interpretada por personajes de hoy, una gran metáfora sobre lo efímero y caduco de toda gloria.