Superados los temas que en su tiempo pudieron escandalizar (la inmoralidad en el arte, la ambivalencia sentimental de los personajes, su amoralidad o su cinismo), El retrato de Dorian Gray (1891) constituye una obra fundamental del decadentismo. A partir de la impresionante relación del retrato con su modelo, Oscar Wilde (1854-1900) enlaza sus ideas sobre la dependencia del arte y la vida, de lo existente y su representación, de la belleza y la juventud. En la única novela larga de su autor, todo confluye para defender la libertad del artista, la independencia del arte y la fuerte realidad de la palabra literaria. No desprovista de un fino humor, El retrato de Dorian Gray sintetiza las virtudes de Wilde y constituye una obra fundamental de la literatura moderna.