El mayor error de Arthur Simpson no fue meter la mano en la cartera equivocada, sino meterse a ladrón sin
haber valorado antes su extrema torpeza. Fue seguramente esta torpeza la que hizo que, cuando intentaba robarle la
cartera a un turista del aeropuerto, este lo descubriera. Lejos de alarmarse y alertar a la policía, la «víctima» de
Simpson, un tal Harper, le propone un peligroso trato: no lo denunciará si se aviene a introducir en Turquía un coche
repleto de armas.