Después de casi medio siglo de ausencia, Ginny espera la llegada de su hermana menor Vivien al hogar
familiar, un caserón victoriano que se ha ido deteriorando con el paso de los años. Desde hace ya mucho tiempo, Ginny
vive allí sola, o casi, ya que la acompañan sus recuerdos y una gran colección entomológica de mariposas y polillas,
pasión de herencia familiar. Inevitablemente, la esperada visita de Vivien llevará a ambas hermanas a revisitar un
pasado común, en el que también duerme algún que otro fantasma que amenaza con resquebrajar la tranquilidad y la cómoda
soledad en la que está instalada desde hace mucho tiempo.