En Algonquin Bay, una pequeña ciudad canadiense, han desaparecido cuatro adolescentes sin dejar rastro. La
policía abre una investigación, que pronto se revela infructuosa. El único que se resiste a abandonar el caso es el
solitario y tenaz detective John Cardinal. Su obstinación, que se añade a algunos problemas internos del departamento,
obliga a sus incomodados superiores a apartarlo de la Brigada de Homicidios. Los problemas se acumulan para Cardinal,
que ve peligrar no solo su carrera, sino también la relación con su familia. Todo da un giro inesperado cuando aparece
el cuerpo sin vida de una chica de trece años en una mina abandonada. La inevitable conclusión a la que Cardinal llega
es que la ciudad se enfrenta a unos asesinos despiadados. Y esta verdad solamente la asume él, sometiéndose así a la
presión de los medios de comunicación y de la policía. Cardinal tiene que darse prisa en interpretar las pistas y en
encontrar a los criminales, porque quizá esté en juego la vida de algún inocente más.