«La mayoría de la gente de mi edad pierde el tiempo así, hablando hasta que toda su energía e intención desaparece. Es difícil no hacerlo, porque todo está sin decidirse, tanto que crees que puedes transformarte en lo que sea, superar lo que sea. Nadie puede ver todo ese potencial sin hundirse en el terror o por lo menos sentirse tentado al letargo gracias a la aparentemente exuberante cantidad de tiempo que tiene frente a uno. Qué hijo de puta tan pretencioso, estarán pensando. No importa. Sé que tengo razón.»
Éste es el alegato de Addison, un adolescente que se rebela a seguir las normas establecidas, y al que la investigación del violento asesinato de uno de sus compañeros de clase le servirá de confesión escrita de su maltrecho mundo interior y de diatriba airada contra una sociedad hipócrita y carente de identidad.
Los criminales de noviembre se introduce en el terreno de la clásica novela realista adolescente y, con garra y erudición, consigue abrirse paso hacia un territorio nuevo y único.