En Contraluz se entrecruzan el crimen, la locura, el teatro, la guerra, la corrupción, en una trama que nos introduce en las oscuras razones del poder.
¿Qué se esconde tras la muerte de Jerónimo Larrea? ¿Por qué sucede ahora y en Madrid, una ciudad difícil, pero que él ha elegido para rehacer su vida? Griselda, la voz principal, una actriz alcohólica, lectora e intérprete apasionada de Jean Genet, no acepta el lugar pasivo de la víctima, ni la derrota como camino personal o colectivo. Pero la frontera es frágil, algo que confirman en contrapunto las otras voces de la novela, donde un suicida no siempre es un suicida, ni un viejo compañero es un amigo, ni un psiquiatra es alguien que pueda curar, ni un hermano es un vínculo fraterno, ni una borracha es una amnésica… En Contraluz se entrecruzan el crimen, la locura, el teatro, la guerra, la corrupción, en una trama que nos introduce en las oscuras razones del poder –en Argentina, y también en España– que perdura desde la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Para Griselda, decidida a indagar, se trata de resistir, y de seguir despierta, en el territorio de las grandes preguntas. Mientras que para Checo la impunidad es su única posibilidad de supervivencia. Sólo a contraluz se puede ir más allá de la superficie de las cosas, parece decirnos, para ver el tejido complejo de la vida y de la historia.