Gutiérrez regresa a Santa Fe después de mucho tiempo. Nula, un muchacho que tiene la mitad de su edad, 29
años, lo recibe y hacen juntos una caminata. Avanzan por la misma calle pero en tiempos diferentes. Para Gutiérrez, ese
mundo de provincia, acaso su patria afectiva, tiene el sabor inmediato y remoto, familiar y extraño, de un lugar donde
el pasado se actualiza. En torno a un escrito elaborado por alguien que no estuvo en los sucesos que cuenta, se va
recomponiendo la historia de un movimiento de vanguardia local, el precisionismo. Las anécdotas apuntan a una reflexión
sobre el sentido de las instituciones literarias y artísticas, y a medida que la voz del narrador se proyecta hacia el
pasado, esa galaxia inaccesible que sigue enviando su luz, reaparecen los pilares fundamentales del inconfundible
universo saeriano: Tomatis, el diario La región, Washington Noriega, Soldi, Cuello, Marcos Rosemberg, Elisa y el Gato,
entre otros. Ambientada en los años noventa y de un humor implacable, La grande nos muestra cuán complejo es hacer una
recapitulación de aquello que llamamos, con un exceso de confianza, nuestra vida.