Escrita con un lenguaje deliberadamente transparente, Insomnio es, en cierto modo, un retrato a la vez emocionado e implacable de la generación que ha cumplido los cuarenta en torno al año 2001. Situada en ese primer verano del siglo, la narración indaga en el desconcierto emocional de un puñado de personajes en el momento en que se ven obligados a asumir que su juventud ha acabado definitivamente. Pero, a la vez, Insomnio es una novela del yo, profundamente moral, sustentada sobre un tono de voz nocturno y escéptico, que se cuestiona hasta qué punto está obligado un hombre a aceptar el mundo en el que vive y a dejarse arrastrar por su locura.