Título descatalogado.
Novela de inquietante lectura, Flores narra varias historias que se entrecruzan y tienen un mismo centro. En todas ellas hay una perturbadora estética que refleja un lado poco explorado por la literatura contemporánea. Dice el narrador de este libro: «Existe una antigua técnica sumeria, que para muchos es el antecedente de las naturalezas muertas, que permite la construcción de complicadas estructuras narrativas basándose sólo en la suma de determinados objetos que juntos conforman un todo.»
Casi todos los personajes de esta novela corta están marcados por un desastre anterior a su nacimiento: un científico descubridor de un fármaco que provocó malformaciones genéticas; un escritor que investiga personas que ejercen una sexualidad alternativa, el cual afirma que su libro «trata de una novela donde cada personaje busca encontrar una sexualidad y una religión propias»; Alba la Poeta, quien adopta a los gemelos Kuhn; un enfermero y una manicurista que sostienen una relación finalmente sobrecogedora; y el Amante Otoñal, quien sólo busca relacionarse con ancianos.
Creador de universos estrictos y herméticamente funcionales, que actúan únicamente mediante reglas que son capaces de generarse por sí mismas, Mario Bellatin ha logrado implantar en su literatura una marca personal y tremendamente perturbadora. Flores, novela en donde los límites de la belleza quedan trastocados, es una muestra contundente de por qué su autor es uno de los más importantes renovadores del género hoy en día.
«Flores, con sus 35 breves capítulos, aspira a ser un álbum botánico de una floresta basada en la mutilación o el exceso... Una prosa de sinuosa precisión. Una obra decisiva» (Christopher Domínguez Michael, Reforma).
«Bellatin utiliza la elipsis no como una técnica literaria sino como el corazón mismo del relato: en cierto modo, es el tema del libro... Al lector se le informará de espectáculos sexuales fuera de lo común, pero sin precisiones superfluas o, al contrario, sólo con aquellas precisiones que estamos habituados a considerar como superfluas» (Mathieu Lindon, Libération).
«Detrás de cada flor, un monstruo, al fondo su creador, Mario Bellatin» (unomásuno).