Después de trece años de amor -uno de esos amores absolutos que nacen en la adolescencia, modelan el mundo a su imagen y parecen condenados a la inmortalidad-, Rímini y Sofía se separan. Para él, que ya ronda los 30, todo vuelve a ser nuevo y brillante, como el pavimento de una calle tras un aguacero. Redescubre el deseo y se lanza desenfrenadamente -con la eficaz ayuda de algunas sustancias ilícitas- a recuperar el tiempo perdido. Pero su relación con Sofía no ha muerto, o sólo ha hecho lo que hace el amor cuando finge haber terminado: cambiar de forma. Y cuando vuelve y lo sorprende, emboscándolo en un recodo oscuro, el amor tiene el rostro del espanto.
Mujer-zombi, espectro vengador, enamorada insomne, Sofía reaparece una y otra vez en el horizonte de Rímini para reconquistarlo, martirizarlo o salvarle la vida, enarbolando las banderas de una pasión amorosa que no se arredra ante nada y pretende gobernarlo todo. Así, Rímini, que en la separación había vislumbrado la posibilidad de un renacimiento, va hundiéndose poco a poco en un abismo de pesadilla o de comedia, un infierno en el que el chantaje sentimental, la traición y hasta el crimen son moneda corriente. Irá perdiéndolo todo: trabajo, salud, nuevas parejas, incluso un hijo, y su calvario sufrirá un vuelco inesperado -acaso porque ha llegado a su perfección- cuando conozca a las Mujeres que Aman Demasiado, una célula de terrorismo emocional que se reúne a conspirar, liderada por Sofía, en un bar llamado Adela H.
Entre el analítico Stendhal de Del amor y las feroces psicopatías matrimoniales de Philip Roth, El pasado es, a su manera viciosa e hilarante, un tratado moderno de educación sentimental, un relato ejemplar sobre las metamorfosis que sufren las pasiones cuando entran en el agujero negro de su posteridad. Una novela de amor-horror, que pone al desnudo el otro lado, a la vez sórdido y revelador, siniestro y desopilante, de esa comedia que los seres humanos llaman «pareja».
El pasado es, sin duda, la más lograda y ambiciosa novela de uno de los mejores escritores latinoamericanos de su generación, de quien Ricardo Piglia escribió: «El surgimiento de Alan Pauls es lo mejor que podría haberle pasado a la literatura argentina desde la estrella de Manuel Puig». Roberto Bolaño, quien le dedicó el último texto de El gaucho insufrible, afirmó: «Uno de lo mejores escritores latinoamericanos vivos».
«Una novela magistral sobre el amor excesivo» (Enrique Vila-Matas).
«Una obra clave de las actuales letras latinoamericanas» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia).
«Una novela de mala vida y gran talento» (F. Dumont, Le Monde).
«Un libro-vampiro denso, luminoso, diabólicamente cómico» (Fabienne Pascaud, Télérama).