Tres existencias clandestinas, sumidas en el exilio de la oscuridad y de la naturaleza salvaje, acechan desde el silencio del monte lo que un día fueron sus casas, sus mujeres y su vida. El miedo es la única compañía que no abandona a los fugitivos, un miedo que incita a compartir ese estado de tensión permanente que hace esperar y temer que el sonido de la bala enemiga rompa por fin la angustia del silencio. Al tiempo que nos permite asistir a una página olvidada de nuestra historia, la epopeya anónima de estos tres hombres nos demuestra que la condena a vivir como una alimaña no conlleva necesariamente la pérdida de la grandeza humana. Ramiro, Gildo y Ángel, tres soldados republicanos de León, huyen en plena noche de las represalias del frente victorioso que ha ocupado su tierra. Refugiados en el monte, siempre al abrigo de la oscuridad de las minas abandonadas, de las cuevas o de la noche, ven pasar los meses mientras tratan de encontrar la forma de sobrevivir y de escapar al infierno de la clandestinidad. De esta manera se manifiesta un instinto primario que puede llevar a un hombre acosado hacia la violencia. Además de aportar aire fresco al panorama de la nueva narrativa española de los ochenta, Julio Llamazares supo sorprender a la crítica con esta primera novela que, lejos de ser primeriza, ofrece «un lenguaje distinto, un interesante argumento, personajes con acción y, también, una visión del mundo» (Joaquín Arnáiz, Diario 16).