«Una de las revelaciones más sorprendentes de la literatura portuguesa actual. No dudo que es la promesa de un gran escritor» (José Saramago).«A lo mejor estaba hablando de los deberes: nunca olvides los deberes. A Ilídio no le gustaba hacerlos ni le gustaba que la madre le hablase de ellos nada más llegar de la escuela, se irritaba. El primer curso estaba lleno de obligaciones. Quería comer, quería jugar, ponía mala cara. La madre le explicaba que si hacía pronto los deberes, después le quedaba todo el tiempo libre. En ese momento Ilídio se enfadaba. Entonces, la madre podía levantar la voz para hablarle de los demás niños que tenían que trabajar, ayudar en el campo. Ilídio conocía a esos niños, pero no quería oír hablar de ellos, y se ofendía.» José Luis Peixoto