El papel japonés, washi, desempeña una función transcendental en el seno de la cultura nipona.
Es el vínculo entre los dioses y los hombres, unidos a través de su blancura especial. Eriko Horiki, artista, diseñadora y artesana, ha reinterpretado el uso del washi, dotándolo de un lenguaje innovador, adaptado a los espacios modernos.