Lograr que mis intuiciones acerca de la realidad del universo, de la materia y de las fuerzas que lo conforman pudieran expresarse en una fórmula matemática, y llegar a demostrarla, me ha situado entre los más grandes de la historia de la ciencia. Pero si esto me llena de satisfacción, mucho más me enorgullece haber vivido como un hombre libre, que defendió hasta su último aliento la justicia social y la concordia entre los seres humanos.