Mientras echa de menos a su querido abuelo, el pequeño Filo empieza, junto a su hermana, a elaborar sistemas de cálculo para contar los días que faltan para su regreso. Las enseñanzas de su maestra de escuela, Grazziela, le han sido muy útiles, pero Filo quiere lo que pocos niños quieren: ¡más mates! Así que en cuanto vuelve su abuelo se ponen manos a la obra. El niño se queda absolutamente absorto ante las mágicas enseñanzas que le ofrece su atento abuelo, quien con una loable capacidad para relacionar las matemáticas con hechos de cada día, va introduciendo a Filo en la magia de los números con preguntas como: «¿Qué sistema podemos establecer para tener más posibilidades de acertar las quinielas?», «¿En qué medida aumentarían las bacterias que atacan el cuerpo de Filo si dejara de bañarse?».