A pesar de que mi nombre es Karol Wojtyla, todo el mundo me conoce como Juan Pablo II. Viví en Roma, en el Vaticano, junto a la famosa Basílica de San Pedro. Mi imagen solía aparecer a menudo tanto en los periódicos como en la televisión, por eso todo el mundo creía que era muy importante, aunque yo nunca consideré que lo fuera. A lo largo de mi vida perseguí de forma incansable un sueño: que la gente de todo el mundo apartase el odio y aprendiese a vivir en paz.