Este libro trata del eco inicial que tuvo en España el nacimiento de lo que Unamuno llamó una nueva fe, una fe laica que anunciaba el inminente triunfo de una sociedad justa en la que se realizarían todas las potencialidades de la historia humana. Esa fe era el comunismo, cuyo advenimiento había predicho Marx setenta años antes, pero que sólo comenzó a adquirir realidad con la revolución bolchevique de 1917. Rusia se convirtió en un tema del mayor interés para muchos españoles. Hubo quien se zambulló en las lecturas de Dostoievski y de Gorki, buscando en sus novelas las claves para la comprensión del pueblo que se había atrevido a dar aquel paso hacia el futuro, mientras que ciertos campesinos andaluces trataban de emular el ejemplo ruso procediendo al ansiado reparto de tierras. Todo ello sobre la base de una información muy limitada y confusa acerca de lo que realmente estaba ocurriendo en Rusia y en un momento en que España atravesaba a su vez una gran crisis, con el hundimiento del sistema canovista, la fracasada experiencia de la dictadura y, finalmente, la aurora de esperanza que supuso la proclamación de la República.