Como todo régimen dictatorial, el franquismo se dotó de un aparato represivo que controlaba ideológicamente las publicaciones. Durante los primeros veintiocho años del régimen, este control se efectuó mediante una ley de guerra, la Ley de Prensa del 22 de abril de 1938. Esta legislación «provisional» fue sustituida el 18 de marzo de 1966 por la Ley de Prensa e Imprenta, elaborada durante la etapa de Manuel Fraga Iribarne en el Ministerio de Información y Turismo. En teoría, la llamada Ley Fraga acababa con la censura previa y significaba una cierta apertura en relación a la cerrazón anterior. Pero pronto se comprobó lo contrario. La Ley Fraga permitió todas las arbitrariedades e indujo a todas las autocensuras. En la industria editorial, los editores se vieron sometidos a los secuestros de libros, las prohibiciones de textos y de autores, y hasta el procesamiento de sus responsables. De todo esto trata este libro, publicado por primera vez hace veinticinco años, gracias al material proporcionado por los propios editores represaliados. Esta reedición, que se publica corregida y con un prólogo escrito ex profeso, aparece en un momento especialmente oportuno en el que políticos, historiadores y hasta programas de televisión empiezan a remover las aguas putrefactas de un régimen que se benefició excesivamente del manto del olvido.