Ibiza y Formentera, bellísimas y diferentes entre sí, son dos destinos descubiertos por el turismo internacional desde mediados de la década mágica de los sesenta, un turismo que siguió el rastro dejado por los primeros extranjeros en llegar a las islas, bohemios y artistas, y después de los hippies de toda Europa, que encontraron aquí su verdadera utopía de libertad en un magnífico entorno rural y marino.
Hoy las dos islas siguen constituyendo dos mecas para los jóvenes de toda Europa que quieren un verano con diversión continua, pero también para familias tradicionales que han caído en la tremenda seducción que ambos destinos ejercen, unos atraídos por la fama de sus noches locas y otros por la serena tranquilidad que se desprende de un paisaje puramente mediterráneo.
Playas que se cuentan entre las mejores del Mediterráneo, diversión siempre garantizada, una gastronomía variada y de alta calidad, la posibilidad de practicar muchas actividades al aire libre y las ofertas del turismo cultural son los principales atractivos de estas islas, míticas ya en todo el planeta.