Siguiendo los pasos de Nietzche, Heidegger y la hermenéutica, se ha tratado de mostrar por algunos filósofos que ninguna objetividad empírica ni ninguna subjetividad trascendental pueden ser postuladas más allá o más acá del lenguaje, pues éste es límite y horizonte de toda experiencia posible. Popper orientó siempre sus esfuerzos intelectuales a defender, por el contrario, que, aunque fracasado el ideal fundamentalista, Bacon-Descartes, no deja de ser un mito -un peligroso mito- sostener que somos prisioneros en el marco general de nuestras teorías, de nuestro lenguaje y que, por tanto, debamos renunciar a la idea de Verdad.