Una soleada mañana de agosto, se presentan en una pequeña sucursal del banco de Roses y anuncian con voz firme: “¡Manos arriba! Esto es un atraco.” Poco importa que sean cuatro ancianitas indefensas, armadas tan solo con una muleta y un par de agujas de tejer. Para el empleado del banco, tras la fortuita caída de sus gafas, las cuatro viejecitas le parecen unos temibles atracadores cargados con metralletas. Por lo que pulsa el botón de seguridad y se quedan todos encerrados dentro del banco, a la espera de la llegada de la policía.
Un dispositivo policial ha rodeado la sucursal y las cámaras de televisión están dando la noticia en directo. Los reporteros pronto descubren la identidad de las ancianas. Mientras la policía trabaja para acceder al banco, descubrimos la verdadera razón de este supuesto atraco: Las cuatro ancianas son amigas y vecinas de toda la vida que, bajo la amenaza de un desahucio y de ser ingresadas en una residencia por sus familiares, han decidido que una temporada entre rejas es una opción mucho más apetecible, estarán las cuatro juntas, como siempre.