Raskólnikov, un estudiante que vive en San Petersburgo, elabora una filosofía de vida radical (raskolnik
significa 'cismático' en ruso) que le lleva a una conclusión: asesinar a una vieja usurera para que él y su familia
solucionen sus problemas económicos no sólo no es reprobable, sino que es moralmente recomendable, porque así el mundo
se convertirá en un lugar mejor. Sin embargo, pronto descubrirá que la distancia existente entre plantear un proyecto y
culminarlo es abismal, y las consecuencias que el acto puede conllevar son imprevisibles tanto en el mundo que le rodea
como en el interior de su alma.