Este es un libro que ha sido escrito, en buena parte, en contra de los mitos prevalecientes alrededor de la figura de los científicos, de la leyenda de su genio y su superioridad innata respecto a los demás seres humanos. Medawar —galardonado en 1960 con el Premio Nobel por sus trabajos de investigación clínica sobre tejidos orgánicos— reivindica los valores del sentido común y de la curiosidad como fundamentales para las labores de la ciencia. Pocos consejeros tan sabios, sencillos, y al mismo tiempo profundamente humanistas, podría encontrar el joven científico al que hace referencia el título.
En este libro se habla de varias cosas que interesarán al investigador que se inicia en la ciencia: cómo escoger un tema de trabajo; de qué modo tratar a los colegas, a los especialistas más viejos y a los administradores; cuál es la mejor manera de presentar los propios trabajos, etc. Obras como Consejos a un joven científico constituyen los puentes más sólidos entre la tradición humanística y la científica, separadas por prejuicios e incomprensiones que hay que combatir siempre con la misma admirable energía, el talento y la sagacidad de hombres como P. B. Medawar.